"Los cuentos de hadas superan la realidad no porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que pueden ser vencidos" - G.K. Chesterton

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5/25/2019

La Dama Roja (Cuento)


El cabello de su mamá era muy bonito, y a pesar de que su cara no era tan bonita como su cabello, su hija la seguía viendo igual de hermosa.

Su mamá y ella vivían solas, lejos de su familia, porque nadie había aceptado a su hija porque su padre nunca se hizo presente y a pesar de esto su mamá la amaba, no al igual que el resto de su familia.

Pero para ellas el mundo se resumía así, en ellas.

Su mamá fue perdiendo poco a poco su sonrisa a medida que su cabello iba cayéndose. 

Al principio su hija no pudo justificar la razón de su repentina infelicidad, pero para ella lo más evidente era la perdida de su cabello, puesto, pensaba que ya nadie la vería igual de bonita, todos exepto ella. Y se lo tenía que asegurar, que a sus ojos la seguía viendo igual. Su afán llego a tanto que se cortó el cabello hasta su raíz para que viera que era igual a ella. Así ambas estuvieron un tiempo con el cabello rapado, pero su mamá perdía energía cada día más.

Hasta el día en que su rutina y su mundo se empezó a ver invadido de nuevos rostros todos los días, su mamá ya no estaba con ella y poco a poco los nuevos rostros fueron reemplazando a los de su madre porque ella ya no estaba más.

Pero continuó igual, con el cabello corto hasta la raíz, no dejo que nadie le hiciera cambiar su apariencia porque el cabello era lo único que la conectaba con su madre. Le llevaba mechones de cabello al cementerio y lo dejaba junto a su sepulcro como sí fueran flores. Era su regalo, el regalo de hacerle saber que aún la recordaba y no la olvidaba y ahí estaba su cabello para hacerla recordar.

Una mañana vio una figura, la figura de una mujer frente del sepulcro de su madre, se detuvo y ella vio desde lo lejos como la figura tomaba un mechón de su cabello y lo dejaba en el sepulcro.

No se movió hasta que la figura se había ido, y así comenzó un tiempo en la que cada mañana veía a la mujer dejar uno de los mechones de su cabello, era el cabello más negro que había visto.

La mujer que veía a la niña desde lo lejos la invitó a venir hacía ella, la niña como si la mujer se tratara de una vieja conocida, se acercó.

"Veo que todos los días vienes a ofrecer uno de tus mechones para tu mamá y no pude evitar unirme, porque yo también perdí a la mía."

Le sonrió con sus enormes dientes blancos.

"Hay un lugar en el que puedes ser feliz, sin que nadie te juzgue, donde puedes cortarle el cabello a quien quieras y nadie se enfadará"

Le ofreció su mano y la niña la tomó. Y desde aquel día ya no regreso.

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